12 de Julio, 2019

Cooperativismo rural en América Latina

El sector agropecuario es uno de los más prolíferos para América Latina en la actualidad.

De hecho, según indica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), representa aproximadamente el 6% del PBI de América Latina y el Caribe, casi el doble de la media mundial. Por esta razón, es fundamental incentivar el cooperativismo rural para potenciar el desarrollo de esta industria.


Hoy en día, en la América Latina rural viven casi 21 millones de personas en la pobreza extrema, la mayoría de ellos pertenecientes a comunidades indígenas, afrodescendientes o familias lideradas por mujeres.


La agricultura de la región fue la tercera más afectada por desastres naturales, costando más de 22 mil millones de dólares de pérdidas en 10 años.


A pesar de los beneficios que la inclusión financiera supone, hoy solo el 46% de la población rural mayor de 15 años de América Latina y el Caribe tiene una cuenta en una institución financiera, porcentaje sumamente alejado del 96% que el Banco Mundial pretende alcanzar para 2020. Y, si bien hoy el 55% de los adultos latinoamericanos tiene celular y acceso a internet, hay muchas regiones en donde el vínculo con la tecnología es todavía limitado.


Por este motivo es que el cooperativismo rural es una pieza fundamental para fomentar el crecimiento de las comunidades menos conectadas.


¿Cómo el cooperativismo puede impulsar el desarrollo agrícola?


El cooperativismo es una herramienta clave para incentivar el desarrollo de la industria agropecuaria en la región, ya que permite sacar familias de la pobreza, empoderar su toma de decisiones, fomentar la inclusión financiera, reducir las desigualdades y proteger a los productores de las pérdidas de cosecha por condiciones climáticas desfavorables.


A través del cooperativismo, las instituciones financieras pueden dar respuesta a las necesidades y preocupaciones de la población local. Para ello es importante que tomen provecho de los recursos y conocimientos de los locales, para ayudar así a generar más ganancias que luego se vuelcan a la propia comunidad. Algunas de las formas más populares de apoyo a los locales es a través de entrenamiento, préstamos y otros recursos financieros.

A través de la combinación de la compra y venta de materia prima, las cooperativas agropecuarias pueden operar a costos extremadamente bajos, aún más que los costos de los agricultores, permitiendo a las comunidades vender ese producto luego a mayor costo y obtener una mayor ganancia.


Las cooperativas reducen el riesgo individual de los emprendedores, creando una cultura de productividad, toma de decisiones y resolución creativa de problemas, todo de forma compartida. Incluso las ganancias de las ventas pueden dar lugar a proyectos comunitarios de mayor porte, ayudando a toda la comunidad a crecer y prosperar.


Según indica The Borgen Project, solo el 10% de las cooperativas fracasa, mientras que el promedio de cierre para el resto de los negocios oscila entre el 60% y 80%.

A través de préstamos, las cooperativas pueden ayudar a sus miembros a mejorar los salarios de los trabajadores, democratizar el acceso a materia prima y adquirir maquinaria técnica que de otra forma no estaría a su alcance.

No obstante, el acceso a los créditos es un problema en esta zona, ya que muchos de los locales no tienen historial crediticio (no tienen préstamos, nunca tuvieron tarjetas de crédito, etc.). Es necesario entonces que las cooperativas opten por alternativas digitales como calcular su historial en base a sus redes sociales o comunicar promociones u oportunidades a la comunidad a través de SMS.


Para conseguir un involucramiento de la comunidad, las instituciones necesitan entender en profundidad los mercados agricultores y así ser capaces de encontrar oportunidades de negocio. Esto implica un cambio hacia una cadena de valor, en la que para tomar una decisión financiera es necesario considerar el impacto que cada actor y proceso tiene en el producto final.


Es importante identificar las necesidades y capacidad de los clientes, así como las oportunidades de ofrecer otros servicios. Las cooperativas agropecuarias tienen que desarrollar acuerdos con actores locales y encontrar formas más baratas y eficientes de proveer servicios más adaptados. Cada servicio financiero que ofrecen puede aumentar los ingresos y potenciar el crecimiento de su presencia en el área.


Por sobre todas las cosas, el cooperativismo rural genera relaciones de confianza, fomentando un crecimiento conjunto de la comunidad y la empresa , alineados con un objetivo común.



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